Creo ser la única de
los aquí presentes que no tiene nada que ver con el mundo SM, aunque sin duda
conocí a Antonia para comprenderlo y hacerlo comprender mejor. Pero antes de
hablar de su libro, es necesario hablar de ella y de cómo nos conocimos. Su
primer acto de humildad, que de hecho casi ni me atrevía a esperar de alguien
con su reputación, fue que aceptara reunirse conmigo, una estudiante de
Antropología que hacía su tesina sobre el SM. Pero ella es así, y su vocación
didáctica y su afán por salir de los tópicos la llevó a aceptar. Cuando nos
vimos en la cafetería me recibió con una amplia sonrisa y nos caímos bien en
seguida. Nos bastó con mirarnos a los ojos. Ella es de esas personas que uno
intuye, nada más verlas, que es especial por la energía que emana, y su personalidad
es tan magnética que desde el principio me interesó no sólo lo que me contaba,
sino la persona en sí. Su segundo acto de generosidad, que me dejó un tanto
estupefacta, fue que a los 10 minutos de conversación me dijo resuelta “espera, discúlpame un momento que te traeré
una cosa. Vengo en seguida que vivo aquí al lado”. Me dejó su bolso encima
y se fue. Supongo que me sorprendió porque la mayoría de personas se hubieran
llevado el bolso, pues son desconfiadas porque les han enseñado a serlo.
Ciertamente ella nunca está entre esa mayoría y, para más sorpresa, al volver
me regaló su libro Soy un sueño. La
emoción que sentí es indescriptible…
Teniendo en cuenta que
no conozco mucho a Antonia, y todavía menos a domina Zara, lo que en mi opinión
describe mejor el libro es decir que el libro es ELLA en estado puro. Está
escrito sin artificios, tal y como ella habla, y de hecho mientras lo leía me
parecía estarla escuchando. Lo que más me gustó de sus memorias, aparte de su
magnífica estructura y el elocuente uso de las cartas, es la manera en que ella
entiende el SM, ya que lejos de obsesiones, dependencias y desequilibrios, ella
defiende con vehemencia la realización de todo tipo de fantasías sexuales desde
el ejercicio de libertad que merece cada individuo, sin miedos, tabús ni
frustraciones. Desde la premisa básica del consentimiento y el respeto mutuo
inherentes al SM, uno sólo puede ver la humanidad en sus prácticas. Al fin y al
cabo, todos practicamos aquello que nos atrae o por lo que sentimos curiosidad,
de nada sirve reprimirse. Y habiendo tantas tendencias, gustos y fantasías
distintas, quién es nadie para juzgar si algo es más correcto o digno, por
minoritaria que sea su preferencia sexual. Evidentemente lo que distingue el SM
de otros tipos de sexualidad son las formas, y de ahí que trate en su libro
frecuentes problemáticas que aborda con una crítica sublime.
Debo decir que me
resultó especialmente interesante su cambio conceptual a raíz de conocer a su
marido, que la acabó de convertir en la domina —y mujer— que es hoy. Preocupada
por entender a los demás y ayudarlos, se distingue de otros gabinetes no tanto
por cómo ejerce en sí de domina, sino por cómo es ella. Antonia —y domina Zara
por extensión— cautiva, tiene magia. Ella ve a las personas, es intuitiva a
rabiar, clara y directa, inteligente, observadora y con fuerza de carácter,
pero ante todo, tiene un corazón inmenso. Es por todas estas virtudes (y tantas
otras que se me olvidan o todavía no he tenido el placer de conocer) que su
calidad como ama profesional es única, porque ella es única. De ahí que para alguien como yo, que desconoce el
mundo del SM, no le importe el morbo que pueda haber en el libro ni el buscar
porqués absurdos. Por el contrario, uno entiende con naturalidad y sin
complejos la diversidad de la naturaleza humana y se deja contagiar por su
entusiasmo.
No hace falta decir que
todos los que participan en el libro plasman la misma idea sobre la mujer cuyo
personaje de DZ no podría ser tan reverenciado si no fuese porque es en primer
lugar como Antonia que es maravillosa. Consciente ella de que el camino no lo
ha hecho sola, no se deja a nadie por mencionar (¡incluso su querido perro
ocupa unos párrafos!), pues ¿no somos lo que somos en gran medida por la
influencia de aquellos con quienes nos rodeamos?
En cualquier caso,
gracias a personas como ella y su afán didáctico y de difusión, espero yo
también que algún día nadie tenga que afrontar sus “particularidades” sexuales
en soledad, con culpabilidad, frustración, sanciones personales o sociales.
Ella abre el camino para que el SM sea normalizado y respetado, y otros
deberían seguir su ejemplo: liberarse de las constricciones y vivir en paz y
libremente, pues a eso venimos a la vida.
Orgullosa de haberte
conocido y agradecida por siempre,
Jessica Müller 2015